El banquillo reanima al Atlético de Madrid
El hijo del Cholo revolucionó un partido gris de los rojiblancos
Así luce la grada sancionada del Frente Atlético tras los incidentes durante el derbi madrileño
Matrimonio de conveniencia el que forman el Atlético de Madrid y el Frente Atleti. Tan enfrentados en los últimos días por la sanción del cierre parcial de la grada, como necesarios en cada partido, especialmente cuando los rojiblancos van a remolque en el partido. El fondo sur del Metropolitano recordó al fútbol de pandemia. Ese que se disputaba en estadios huérfanos de aficionados y en el que cada pelotazo resonaba en la grada desnuda.
El pulmón del Metropolitano estuvo sin aire. Simeone alentó a los 55.000 restantes para oxigenar a un equipo cuya respiración es intermitente. A trompicones funcionaba el Atlético. Atascado en la sala de máquinas y superado por los costados en el primer acto, en particular por el izquierdo. Tuvo que darse la vuelta Simeone para dar protagonismo a un actor secundario, su hijo, que dotó de electricidad a su equipo. Él y un veterano central, reaniman al Atlético.
Witsel se refuerza
El jugador más veterano de la plantilla rojiblanca (35 años) le recordó su presencia a Simeone. En las dos temporadas anteriores fue el mejor central, pese a no ser su posición. Ante el Leganés fue un bastión atrás y rescató un punto arriba. Resulta explicativo, llamativo cuanto menos, que un central tenga que recortar y dar una asistencia en área contraria para empatar un partido.
Riquelme, al rincón de pensar
¿Cuántos duelos individuales perdió Riquelme en el primer tiempo? No leerán un ensayo contra un futbolista que echa todo en cada jugada de cada partido, pero su puesta de largo ante el Leganés no fue la que acostumbra. Encaró, amagó y buscó hincar un colmillo que debe afilar más. Simeone le sustituyó antes de que el reloj señalara la hora de partido para dar entrada a la electricidad.
Giuliano toca la puerta
Estiraba, saltaba, se movía… le dio el rato al cuarto árbitro mientras esperaba en la banda para salir al campo. Su electricidad quedó clara desde antes de su entrada. Durante la semana había probado Simeone con su hijo acostado en banda. Una opción de urgencia para un partido que tenía encendida la luz de alarma. Entró y cambió el color. Participó en el primer gol al habilitar a Witsel y peleó contra los límites del terreno de juego para evitar que saliera el balón y asistir a Griezmann. Aprovechó la oportunidad tras un inicio de campaña inestable.
Sorloth el incansable
No es un virtuoso con el balón, tampoco posee un acierto goleador infalible, pero interpretó con inteligencia lo que su equipo necesitaba de él. Con un marcaje tan fijo, el de Nastasic, el noruego retrasaba su posición para sacar al serbio de la suya y generar espacio. Todavía no domina los perfiles y pivotea con ligera tardanza, peor no deja de ir y de iry el que tanto va, algo acaba llevándose. Dos goles. Su primer doblete como rojiblanco el día en el que más se involucró en la creación.
Viejos vicios nocivos
Que el central más veterano y un suplente rescaten a un equipo es un diagnóstico poco halagüeño. Los de Simeone volvieron a caer en antiguos vicios que todavía no se han mitigado. La defensa no posee la solidez de antaño y el centro del campo tampoco la circulación necesaria. Los arreones de coraje y verticalidad individuales salvan aun colectivo cuya coreografía todavía no es coral.